martes, 10 de abril de 2018

Alimentando el cerebro





El 7 de abril se celebró la V Jornada sobre Autismo organizada por TEA Yecla, Asociación para Personas con Trastorno del Espectro Autista. Asistí a la primera de las conferencias, “Alimentando el cerebro”. Impartida por Ana Carpena Ortuño, neuropsicóloga. Por la temática abordada la charla me resultó muy interesante. Considero oportuno difundir parte del contenido de la misma, para que muchas personas puedan poner en práctica lo recomendado por la ponente. 

Ana Carpena Ortuño nos explicó, entre otras cosas, como el cerebro está ligado al sistema digestivo. La comunicación es incesante y profunda. Hay cada vez más estudios que avalan la conexión intestino cerebro. De hecho, se dice que el intestino es nuestro segundo cerebro. Por ello aprender qué perjudica y qué necesita nuestro cerebro es de vital importancia. 

“El 50% de los genes del ser humano son para hacer el cerebro. Un cerebro adulto tiene unos 100.000 millones de neuronas, 1 trillón de conexiones. Las conexiones no son aleatorias, sino en función de experiencias a través del aprendizaje. Con elementos especializados para trabajar de forma específica. Un número finito de elementos dan lugar a infinitas posibilidades. Lo que se une tiende a permanecer unido y lo que no se utiliza, muere”. 
 
“Está demostrado que algunos factores ambientales pueden influir en el desarrollo del Trastorno del espectro Autista, TEA. Metales pesados en aire, agua y fuentes alimenticias: aluminio, cadmio y plomo. Deficiencias de minerales como zinc, magnesio y calcio.  Bajo peso al nacer. Retraso en crecimiento intrauterino. Rubeola congénita. Uso de determinados medicamentos, como algunos antidepresivos, prostaglandina en embarazo…”

“La mayoría de las personas con TEA presentan unos rasgos específicos.
Alexitimia, incapacidad para identificar, expresar y regular las emociones propias y ajenas. Alteraciones en conducta social, empatía cognitiva: capacidad de comprender y sentir los estados mentales del otro. Patrones de lenguaje y conducta esteriotipados, repetitivos. Dificultades en área sensorial: hipersensibilidad e hiposensibilidad”.

“No es un trastorno localizado en una región cerebral. Afecta a muchas partes del cerebro por las dificultades de conectividad local, entre neuronas, y conectividad a larga distancia: en diferentes regiones cerebrales. Las afectaciones en sustancia blanca indican graves alteraciones en función social y emocional, comunicación y conductas repetitivas. Existen áreas del cerebro de las personas con TEA donde se ha observado una mayor activación durante determinadas tareas”.

“La neurociencia nutricional es una nueva especialidad médica. Se empieza a ver la relación entre la nutrición y la salud del cerebro. Hasta hace poco se pensaba que este órgano vital no se veía afectado por la dieta. Surge como una manera de intentar preservar y potenciar las capacidades cerebrales”. 


“La microbiota es el conjunto de microorganismos que viven en un entorno específico, en el tubo digestivo. Las especies que componen nuestra microbiota varían de un individuo a otro como si de planetas se tratara. En nuestro interior habitan más microorganismos ajenos que células humanas. Diez microorganismos (bacterias anaerobias, levaduras, hongos y virus) por cada célula humana”.

“El microbioma es el genoma de la microbiota. Contiene 150 veces más genes que el genoma humano. Es el segundo cerebro. Tienen un impacto beneficioso en la salud del huésped: homeóstasis, autorregulación, del sistema inmune, producción de nutrientes esenciales y protección frente a microorganismos patógenos”.

“Este sistema es estéril durante la gestación y se coloniza después del nacimiento. La colonización depende del tipo de parto, el método de alimentación posnatal, la dieta, el uso de antibióticos y la exposición ambiental.  Se trata de un entorno muy sensible y muy activo, que responde rápidamente a un cambio de dieta”.

“La permeabilidad intestinal significa que los alimentos atraviesan la pared intestinal y pasan al torrente sanguíneo sin ser digeridos de forma correcta. Permite que los productos de las bacterias patógenas, pasen a la circulación sanguínea, desechos, toxinas y microbios”.

¿Qué causa permeabilidad? Antibióticos, abuso de carne, gluten y leche. Azúcares y harinas refinadas, poca fibra, alimentos procesados, grasas hidrogenadas y trans. Aditivos, alcohol, agua clorada. Contaminación electromagnética, exceso de higiene y estrés”.

“La permeabilidad provoca la alteración de la barrera hemato-encefálica y  neuroinflamación que afecta a la conducta de la persona. Si el cerebro está afectado, también se altera el nervio que controla el buen funcionamiento de las vísceras provocando un círculo vicioso”.

“El cerebro está conectado con el intestino a través del nervio vago. Es el nervio de la compasión, produce ondas calurosas que se sienten en el pecho cuando nos emocionamos o algo nos conmueve. El 90% de sus fibras son aferentes, transmite señales del intestino a la cabeza”.

“Las emociones nacen en el cerebro, pero se sienten en el cuerpo gracias a este nervio. Si hay permeabilidad intestinal y el sistema nervioso está inflamado, el eje no funcionará correctamente”.

“Un elevado porcentaje de personas con TEA presentan desórdenes digestivos debido a hábitos alimenticios restrictivos, baja tolerancia a cambios en la rutina de sus pausas de alimentación y rechazo de alimentos por su apariencia externa, sabor, olor y textura. Estos desórdenes pueden provocar alergias e intolerancias alimenticias, estreñimiento o periodos de diarrea aguda, vómitos y problemas de apetito. Y puede provocar permeabilidad intestinal”.
 


“Si realizamos una dieta que mejore nuestra microbiota todo nuestro organismo mejorará. Hay que consumir probióticos, prebióticos, simbióticos y antibióticos naturales”.

“Probiótico significa pro-vida. Son bacterias que ingerimos y van directamente al intestino, a repoblarlo. Se encuentran en alimentos fermentados como encurtidos, vinagre orgánico, miso y tempeh. Chucrut, kombucha y alga espirulina”.

“Los alimentos prebióticos llegan al intestino sin apenas haber sido modificados por los jugos gástricos, y estimulan el crecimiento de las bacterias beneficiosas. Se encuentran en los alimentos ricos en fibra: frutas y verduras, frutos secos, avena, boniato, chufas, miel y grasas saludables”.

“En los alimentos simbióticos, leche materna y kéfir, están presentes tanto los probióticos como los prebióticos”.

“Los antibióticos naturales son alimentos de origen vegetal que actúan contra las bacterias patógenas. Ajo, cebolla, jengibre, cúrcuma, canela y pimienta”.

“El cerebro necesita oxígeno, agua y nutrientes. El cerebro conforma el 2% de toda la masa corporal, pero necesita el 20% de todo lo que consume. Esto demuestra que es uno de los órganos más activos del cuerpo. No tiene almacén de reservas, depende totalmente de los nutrientes y oxígeno que recibe a través de la circulación sanguínea. Por ello el intestino debe estar en correctas condiciones”.

“La glucosa es el combustible por excelencia de todas las células, y en especial de las nerviosas. Es por tanto, la primera fuente de energía para el cerebro. Procede sobre todo de hidratos de carbono simples o de aporte rápido de glucosa. O complejos o de absorción más lenta y ricos en fibras”.

“La glucosa se encuentra en abundancia en frutas, verduras y miel. Estos alimentos deberían ser los que constituyen el aporte de carbohidratos. El cerebro necesita aporte continuo de glucosa para mantener funciones cognitivas: atención y concentración, memoria y aprendizaje”.

“El azúcar refinada se queda en el intestino y sirve de alimento a bacterias patógenas. Eleva rápidamente los niveles de glucemia en sangre seguido por aporte deficitario. Provoca falta de atención y concentración, apareciendo adormecimiento y aletargamiento. Se relaciona con aparición de depresión y desarrollo de demencia”.


“Las grasas igual que las bacterias han pagado justas por pecadoras, la mala fama de algunas grasas ha provocado que se metan todas en el mismo saco. Las grasas saludables no solo no perjudican sino que son absolutamente necesarias. Cuando el nivel de colesterol en sangre es insuficiente, el cerebro no funciona como es debido y se corre el riesgo de desarrollar trastornos neurológicos. La pared intestinal no tiene que realizar un gran esfuerzo para absorber las grasas”.

“El ácido graso omega-3 (DHA y EPA) es absolutamente vital para el desarrollo normal del cerebro y de los ojos. Se encuentra en neuronas y sinapsis, receptores visuales, glándulas suprarrenales y glándulas sexuales. Alimentos ricos en omega-3 son los peces de agua fría (salmón, caballa, sardinas, trucha…) aceite de oliva y de hígado de bacalao”.

“El ácido graso omega-6 es esencial para desarrollar la estructura y función del cerebro. El metabolismo hormonal, el sistema inmune. Es antiflamatorio y coagulante de la sangre. Alimentos ricos en omega-6 son los frutos secos en general (avellanas, nueces, piñones, pipas de girasol…) aceite de oliva, onagra, girasol, borraja…”

“Las proteínas se descomponen en aminoácidos. Los aminoácidos son moléculas involucradas en la formación de neurotransmisores que se encargan de trasferir la información entre neuronas. Si el intestino está dañado, las proteínas pasarán al torrente sanguíneo sin descomponerse en aminoácidos, por lo que la formación de neurotransmisores estará alterada”.

“Las mejores fuentes de proteínas, fáciles de digerir y muy nutritivas son los huevos, carne, pescado y frutos secos”.

“Los huevos son uno de los tesoros de la naturaleza. Contienen proteínas de excelente calidad y la mayoría de vitaminas del complejo B. Y zinc, imprescindible para la formación de conexiones neuronales”.

¿Qué perjudica a nuestro cerebro?
El azúcar y todo lo que lo contenga. Los carbohidratos procesados y las grasas alteradas química y artificialmente. La falta de proteínas de buena calidad. La exposición a productos químicos industriales. La exposición a la radiación electromagnética producida por el hombre. Los fármacos antibióticos, esteroides y antiflamatorios. La falta de aire fresco y de actividad física y mental. La falta de exposición a la luz solar, al aire libre y a los microbios naturales del entorno”.





No hay comentarios:

Publicar un comentario