viernes, 16 de marzo de 2018

El Protocolo como herramienta de Marketing y Comunicación en Instituciones


Hace unos días, el 14 de marzo, asistí al taller sobre protocolo “El Protocolo como herramienta de Marketing y Comunicación en Instituciones” impartido por Justo Figueroa, Jefe de Protocolo del Gabinet de la Conselleria de Sanitad Universal i Salut Pública de la Generalitad Valenciana, en el Instituto Mediterráneo Estudios de Protocolo, IMEP (Alicante)


En el taller, muy práctico, visual y ameno, Justo Figueroa mostró a los alumnos la capacidad que tienen los eventos y el protocolo como estrategia de comunicación y marketing, para potenciar, fidelizar y aportar valor a la imagen de una institución o empresa. Los eventos bien diseñados generan sensaciones, emociones y experiencias. Los actos son comunicación en vivo que aporta rentabilidad y prestigio. Una oportunidad extraordinaria, la clave, a la hora de diferenciarse frente al resto. 
Aporto una breve pincelada.

“El protocolo está al servicio de las instituciones, de las empresas y, en definitiva, de las personas”.

“El protocolo y el ceremonial deben evolucionar. Las reglas dejan de ser válidas y aplicables. Lo que años atrás nos servía hoy ya resulta obsoleto”.

“El responsable de protocolo tiene que hacer bien su trabajo porque está representando a la institución, y la institución está al servicio del ciudadano. Aunque ahora, lamentablemente, se está perdiendo el valor de la institución”.

“El protocolo no es cuadriculado, se puede modular según el acto. Pero resulta imprescindible conocer muy bien la base, las normas, las reglas, el ceremonial. Si las controlo las puedo vulnerar si la ocasión lo permite o conviene”.

“El profesional de protocolo debe contar con conocimientos de RRPP, publicidad, marketing, protocolo, ceremonial y ciencias auxiliares. Necesita estudios específicos que tendrá que saber aplicar con criterio propio”.

“En su trabajo, el profesional de protocolo gestiona los deseos de las personas para las que trabaja. Interpreta y aplica, y/o administra. Su trabajo ha de seguir una línea uniforme”.

“En protocolo y organización de eventos hay que tener muy claro el objetivo a conseguir. Hay que saber administrar muy bien los egos y vanidades, porque a la mínima te montan un pollo”.

“El jefe de protocolo nunca es protagonista de nada. No tiene que salir en la foto. Debe limitarse a ejecutar bien su trabajo. Debe ser empático, educado y saber escuchar”.

“Esencialmente las reglas de organización y ordenación de los actos privados o de empresa son las mismas que para las instituciones”.

“La terminología significa a veces cosas diferentes en un ámbito institucional público y en uno privado, por lo que podemos hablar de protocolo institucional, privado o de empresa”.
 
“Cuando una persona es invitada a un acto espera un orden, necesita y requiere saber dónde situarse, en qué va a consistir el acto, si tiene o no que intervenir en el mismo etc.”

“El concepto de etiqueta es muy amplio. No solo se refiere al atuendo, es imagen, comportamiento”.

“En los actos institucionales la precedencia está reglamentada, en los ámbitos no oficiales es interna y representativa”.

“Cuando se organiza un acto lo primero siempre es definir la filosofía del mismo y los objetivos. Hay que conjugar muchos elementos. Un presupuesto, planificación y programa, invitaciones, documentación, cartelería. La atención a los invitados. Logística, tiempos, ensayo, medios de comunicación, seguridad. Evaluación y resultados, entre otros”.

“Según sea el tipo de acto, el desarrollo del mismo varía pero, por lo general, la estructura del mismo pasa por siete partes. Recibimiento de los invitados, ordenación de los asistentes, explicación de los objetivos del acto (y visita si procede), ejecución del hecho que lo motiva, parlamento del organizador e invitado de honor, encuentro entre organizadores e invitados y despedida”.

“Cuando organizamos eventos no podemos encorsetarnos. Si todas las presentaciones son siempre iguales, tengo un problema. Un acto siempre tiene que aportar algo. Si el acto no transmite, mal vamos”.

“Todo acto tiene un objetivo, un sentido. La gente tiene que entender bien de qué va el acto. Hay que saber diseñar, gestionar, controlar y difundir bien el mensaje”.
                                                                                                                        
“Cuando analizamos las fotografías de un evento, a veces, a simple vista, no entendemos de qué va. Los organizadores no han sabido reflejar, plasmar, la imagen que corresponde a lo que hace esa empresa, entidad o asociación. Qué hacemos, le ponemos un subtítulo a la fotos”.

“En ocasiones en los actos de empresa se comete el error de coger elementos del protocolo institucional que no le son válidos. Por ejemplo, enviar un saluda a los invitados”.

En un saluda nunca se pone: “tiene el gusto”, “tiene el placer”. Lo correcto es: “se complace”, “tiene el honor”. Y siempre en singular, “de invitarle, porque te diriges a un particular”.

El profesional de protocolo debe disponer de una buena base de datos actualizada. Si se invita a la pareja lo correcto es poner el nombre y apellidos de esa persona. Nada de “y acompañante, “y señora”.







sábado, 10 de marzo de 2018

La redacción



“La redacción” ha obtenido el 3º premio en el II Certamen de Microrrelatos, con motivo del Día Internacional de la Mujer, organizado por la Concejalía de Mujer del Ayuntamiento de Yecla. Los treinta microrrelatos presentados permanecen expuestos en el Edificio Bioclimático. Enhorabuena a Lorena Palao y a Juan José Arnau por el 1º y 2º premio. Y felicidades a todos los que se han presentado a este concurso. ¡A seguir escribiendo!


 La redacción

A pesar de la visita de su abuela paterna, todo un regalo que acontecía una vez al trimestre, Teresa no disfrutó tanto como se merecía del cariño, las atenciones y mimos de su única abuela. Tampoco de los productos culinarios  recién llegados de tierras gallegas que tanto agradaban a la chiquilla. El fin de semana se presentaba largo y complicado. Porque Teresa debía presentar el lunes, a primera hora, una redacción de un folio contestando a una pregunta aparentemente inocente y sencilla. ¿Y tú qué quieres ser de mayor?

Toda la familia de forma espontánea se manifestó verbalmente proponiendo ideas e inspiración a la niña, para que terminara lo antes posible su tarea. El caso es que Teresa tenía muy claro el enfoque y contenido de su redacción. Sus dudas y angustia radicaban en la probable reacción de su maestra, y sobre todo en la de sus compañeros de clase.

Por fin llegó el lunes. Y los alumnos por riguroso orden alfabético, uno a uno, fueron abandonando sus asientos y leyendo delante de la pizarra sus redacciones. Teresa sujetó con firmeza y seguridad su folio, miró al frente y comenzó a leer. Lo había ensayado tantas veces que casi se lo sabía de memoria. «Yo no he decidido todavía qué quiero ser de mayor. Pero sí tengo muy claro lo que no quiero ser. No quiero ser, mujer». Tras pronunciar sus dos primeras frases toda la clase estalló en una sonora carcajada. No tardó ni cinco minutos Ana, la maestra, en conseguir que todos callaran. Y siguió Teresa leyendo. Cuando terminó, las lágrimas rodaban por las mejillas de la maestra.

“He decidido que no quiero ser mujer, porque mi mamá se levanta siempre más temprano que mi papá para poner una lavadora, colocar el friegue y preparar nuestros desayunos. No quiero ser mujer porque mi mamá, cuando sale del trabajo por la tarde y me recoge de la ludoteca, me lleva a toda prisa a todos lados. A comprar fruta, a recoger un traje de papá de la tintorería, a por unas cordoneras para mi hermano… Cuando llegamos a casa, mientras le pido ayuda con los deberes, prepara la cena y la comida del día siguiente. Y nos sigue metiendo prisa para que entremos a la ducha, ordenemos nuestros cuartos, y dejemos dispuestas nuestras mochilas. Sin embargo cuando llega papá, de jugar al pádel los lunes y miércoles, y los martes y jueves de clases de inglés, él se sienta en el sofá y nos pregunta cómo nos ha ido, nos gasta bromas, nos hace cosquillas… A veces le pregunta a mamá si puede ayudar en algo. 

No quiero ser mujer porque mamá, que trabaja en una fábrica de colchones, siempre dice que sus compañeros hombres ganan más dinero que ella, por realizar la misma tarea. Porque mi abuela me dice, que cuando sea una adolescente tendré que llevar mucho cuidado con los chicos, que solo quieren tontear y besar a las mozas y, si se dejan, hacerles una barriga. No quiero serlo porque mamá siempre que va a comprar algo para ella o para la casa antes le consulta a papá. Y si a él no le parece bien se pospone para más adelante. No quiero ser mujer porque los domingos papá nos lleva al parque y a veces al cine, mientras mamá se queda en casa planchando. Y porque escucho muchas veces a mamá llorar y, aunque ella trate de disimularlo, su cara casi siempre está triste y cansada”.










miércoles, 7 de marzo de 2018

Menos palabrería y más hechos



Hoy, 8 de marzo, celebramos el Día Internacional de la Mujer. Y lo primero que me viene a la cabeza, todos los años, son las mujeres que murieron en el incendio provocado por el dueño de una fábrica en Nueva York. Por hacer huelga, por reclamar la igualdad salarial, la disminución de la jornada laboral, mejores condiciones higiénicas y un tiempo para poder dar de mamar a sus hijos.

Cada 8 de marzo y en realidad todos los días me sigo preguntando si alguna vez las mujeres, con los mismos derechos reconocidos que los hombres, tendrán las mismas oportunidades, en igualdad de condiciones, en todos los ámbitos. ¿Cómo podemos contribuir para cambiar la realidad que vivimos? Por dónde empezamos. Hay tanto por hacer, que se nubla la vista.

Hace unos días leí que en España la natalidad sigue descendiendo de forma drástica. El envejecimiento de la población ya es un hecho. Si seguimos así en treinta años tendremos un 40% menos de jóvenes que en la actualidad. España es el segundo país más envejecido de Europa y ocupa el tercer puesto a nivel mundial. Creo que esto es un enorme problema que no parece quitarles el sueño a nuestros políticos.

A mí no me extraña que actualmente en España ya haya cuatro veces más hogares con mascotas que con niños. Ya estoy concienciada de que probablemente cuidaré de un perro/gato nieto. Porque ser madre hoy en día ya se puede considerar deporte de riesgo, una complicación de vida extraordinaria. Y si por casualidad me convierto en abuela cuidadora de nietos humanos los días laborales, evidentemente no dispondré de la ayuda extra a la pensión que al parecer van a empezar a aplicar en Suecia a las abuelas, por su inestimable labor, y para fomentar que más mujeres en edad activa de trabajo se incorporen al mercado laboral.

En nuestro país una de cada cuatro abuelas dedica una media de siete horas diarias a cuidar de los nietos para que sus familiares puedan trabajar. Además, los pensionistas están sosteniendo la complicada coyuntura económica que siguen atravesando muchos hogares. Por tanto cada vez que escucho a algún representante político hablar de igualdad de oportunidades, conciliación familiar y ayudas a la natalidad, se me enciende la sangre. Cómo pueden ser tan cínicos.

La teoría ya existe, está escrita en papel, y la conocemos muy bien. Tenemos leyes ¡divinas! La Ley de conciliación de la vida familiar y laboral. La Ley orgánica para la igualdad efectiva de mujeres y hombres. Ley orgánica de medidas de protección integral contra la violencia de género y la Ley sobre medidas para incorporar la valoración del impacto de género en las disposiciones normativas que elabore el gobierno.

También disponemos de políticas, organismos y entidades específicas para fomentar la igualdad efectiva entre mujeres y hombres. Y de acciones para promover la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres desde los organismos internacionales. Y medidas legislativas y recursos de información, ayuda y asistencia para las víctimas de violencia de género. Pero por desgracia, en la aplicación real y efectiva de todo esto se cumple un refrán muy conocido “del dicho al hecho hay un trecho”.

Recomendaría al sector político y a los que opinan que las mujeres nos quejamos demasiado, que tampoco nos va tan mal comparándonos con otros países,  que se inscriban en la 8ª Edición de la Escuela Virtual de Igualdad y realicen el curso de “Sensibilización en Igualdad de Oportunidades”, organizado por el Instituto de la Mujer.

Descubrirán, entre otras cosas, que la tasa de paro femenino es casi el doble que la masculina, que la incorporación de las mujeres al mercado laboral es mayoritariamente a través del empleo por cuenta ajena. Que tres de cada cuatro personas que trabajan a tiempo parcial son mujeres. Que el salario de las mujeres sigue siendo inferior al de los hombres. Que solo el 31% de los puestos de dirección están ocupados por mujeres, tanto en el ámbito empresarial, como en la Administración Pública. Y que el reparto de las tareas domésticas y responsabilidades familiares sigue siendo desigual entre mujeres y hombres. Y ya de acoso laboral, abusos y violencia de género no hablamos porque da para otro artículo.

Cambiar la realidad de millones de mujeres está en manos del sector político, prometiendo menos y cumpliendo más. Y en el sector ciudadano, desmantelando la base patriarcal y machista de nuestra sociedad. Educando en igualdad, equidad y corresponsabilidad. Desde la reflexión, la toma de conciencia y la voluntad personal y constante todo cambio es posible.