martes, 26 de agosto de 2014

Niños y guerras, mucho más que números y estadísticas.



Mucho se ha escrito sobre esta fotografía. Imposible mostrarse indiferente.
Confirmar la cronología de la imagen  y si la niña vive en un u otro territorio, donde se conspira, odia y mata,  es lo de menos. Cuando miro a esta pequeña me pregunto las veces que ella y tantos otros niños, convertidos en meras cifras y estadísticas, atrapados en conflictos bélicos que ya ni siquiera respetan sus vidas, las más inocentes, habrán llorado agazapados en un rincón.  Empapados en lágrimas, ahogándose en suspiros. Intentado ahuyentar el zumbido del miedo propio y ajeno. Tratando de esconderse de sí mismos.
  
Complicado y triste atreverse a imaginar, a describir su amargura, desconsuelo, soledad y  desesperanza. Su terror ante lo que está observando y viviendo. Buscando la complicidad de su desaliñada muñeca intenta eludir la incómoda y angustiosa sensación de sentirse sola, desamparada. Y en un gesto de amor y compasión infinitos opta por taparle los ojitos a su muñeca. Instintivamente trata de proteger de todo daño a ese ser carente de alma, que la acompaña a todos lados y a la que ella sin duda adora.
Me preguntó qué estará viendo esa criatura, que no quiere que visione y memorice su muñeca. Edificios o quizás su propia casa o escuela devastados, calles salpicadas de escombros, tal vez un perro o una persona inmóvil,  fuera ya de este mundo.

Jugar con muñecas fomenta la ternura y el instinto de protección en los pequeños. Sean niñas o niños. Son juguetes afectivos, simbólicos. Al jugar con ellos los pequeños imitan a los adultos. Ejerciendo de mamás o papas asimilan sus vivencias, aceptan las normas, fortalecen su autoestima, van comprendiendo el presente preparándose para el futuro. Pero quizás a la protagonista de la imagen, no le permitan crecer lo suficiente para el día de mañana ejercer de madre. Si logra salvar su vida acabará engendrando probablemente, demasiado joven, un hijo fruto de un abuso, o explotación sexual, o de la necesidad y urgencia de vivir muy rápido por lo que pueda acontecer.
Si toda acción violenta nos altera y traumatiza, nadie permanece inalterable tras una guerra, cuanto más  los niños que aún están aprendiendo a modular sus emociones, su agresividad. Tan sensibles, vulnerables y manipulables a los cambios inesperados y forzosos. Qué atenciones recibirá esta niña, que le puedan ayudar a superar un sufrimiento psicológico tan intenso y demoledor como sobrevivir a una guerra, a un campo de refugiados, al desplazamiento, abandono y huida de todo lo vivido y conocido.

En todo conflicto bélico lo que está en juego, nada más y nada menos, es la supervivencia y el bienestar de toda una generación de inocentes. Si no se frenan y erradican de una vez estas masacres, matanzas y genocidios, fruto del fanatismo y los intereses económicos de ciertos líderes no merecemos seguir llamándonos humanos. Los animales, a los que consideramos seres inferiores, sin duda alguna, son mucho más compasivos, honestos, leales y justos que muchas personas. 

 Y ¿qué podemos hacer tú y yo, personitas tan insignificantes a nivel mundial?
Pues reaccionar mostrando nuestro desacuerdo. Y cuidar en nuestro entorno en la parcela a la que podamos acceder, ahora más que nunca, nuestras valoraciones, juicios, comentarios, gestos y acciones. No cayendo en el tremendo error de generalizar y meter a todos en el mismo saco. No contribuyendo ni fomentando jamás el odio, la venganza y la indiferencia hacia otras religiones, culturas y razas. Creando y tendiendo siempre sólidos puentes que faciliten el diálogo, el acercamiento, la negociación, la convivencia y la paz. Cuidemos por favor nuestro lenguaje dentro y fuera de redes sociales, porque últimamente se lee y escucha cada comentario que se eriza el vello. La violencia organizada y sistemática ha quedado demostrado que no es un instrumento útil para solucionar problemas.

jueves, 21 de agosto de 2014

Nuevas medidas antiviolación.



Traspuestos y más que indignados nos sentimos, espero que la gran mayoría de nosotros, con las recomendaciones del Ministerio del Interior a las mujeres para no ser violadas, publicadas en su página web desde hace una década. Admito que desconocía esto. Quizás hubiera seguido ignorándolo si no hubiera acontecido una presunta violación en Málaga. Entrar a debatir cuándo y quién decidió publicar estos inaceptables consejos antiviolación, y por qué se han mantenido todo este tiempo no tiene mucho sentido. Ni soluciona gran cosa. 
Aunque para “rematar la faena” hemos sabido que varios usuarios de Twitter detectaron que, los consejos ofrecidos por el Gobierno son una copia exacta de las recomendaciones de la Jefatura Cantonal de Seguridad Ciudadana y Defensa Civil Brigada de Voluntarios de la región ecuatoriana de Santo Domingo. ¡Plagio!

Lo que verdaderamente molesta y duele, y creo que hablo en nombre de muchas mujeres, es comprobar lo machista e hipócrita que continua siendo nuestra sociedad. Ejemplo de ello las recientes declaraciones de algunos políticos, a los que les recomiendo pensar mucho más antes de hablar. Como el alcalde de Málaga, tratando de restar importancia a una posible agresión sexual. “Estos sucesos ocurren en nuestro país con más frecuencia de la que pensamos. En España hay más de mil violaciones al año”.  
O el alcalde de Valladolid, que también se ha lucido, “entras en un ascensor, hay una chica con ganas de buscarte las vueltas, se arranca el sujetador y sale dando gritos de que la han intentado agredir” “A veces a las seis de la mañana una mujer joven tiene que cuidar por dónde va.  No podemos poner a un policía en cada parque de la ciudad”.
O sea que como solo se producen unos mil casos de agresiones, unas 83 violaciones al mes,  esto es peccata minuta. Entonces que hayan muerto asesinadas, por violencia de género, 36 mujeres en lo que llevamos de año, tampoco tiene demasiada importancia. Visto lo visto son cifras asumibles y razonables.

El caso es seguir castigando, responsabilizando y culpabilizando a la mujer por lo que le pueda acontecer. Resulta que tenemos que asumir el hecho de que somos “violables”, si un engendro del sexo masculino decide convertirnos en su “presa sexual”.
Menudo mensaje nos transmiten los que se supone deben velar por nuestra seguridad e integridad, no por el hecho de ser mujeres sino como ciudadanos que somos iguales en derechos y deberes. Tenemos que vivir con miedo, simplemente por nuestra condición de ser mujeres.
Ante el aluvión de críticas y la polémica desatada, el Ministerio del Interior se ha comprometido a actualizar los consejos para prevenir violaciones.
Ya que se ponen, les voy allanando el terreno. Algunas sugerencias.

Recomendaciones para hombres:

· Si tienes intención de tener sexo pregunta siempre antes, y asegúrate de que es consentido. Si lo consideras oportuno puedes incluso recoger por escrito firma y fecha.
· Recuerda que NO significa NO. En cualquier idioma o dialecto significa negación.
· No pongas droga en la bebida de una mujer. Mantener relaciones sexuales con alguien dormido o inconsciente siempre es violación.
· Si ves a una mujer sola por la calle, en el portal de un edificio, en un ascensor, garaje o aparcamiento, déjala tranquila. No se está insinuando ni va buscando sexo.
· Si no eres capaz de abstenerte de agredir a una mujer, pide que te acompañe siempre un amigo o familiar. Que nunca te dejen a solas en lugares públicos.
· Si eres incapaz de vencer tu tentación de agredir de violar, dirígete a un sexólogo o psiquiatra que te dará pautas y medicamentos para inhibir ese deseo malsano. Si ya has violado y no quieres repetir experiencia plantéate la castración química, no duele.
· Si ves a una mujer en apuros o en riesgo de ser agredida, piensa en todas las mujeres de tu familia y actúa. Te lo agradecerá de por vida.

Recomendaciones para mujeres:

· Inscríbete, mañana mismo, en los cursos gratuitos de autodefensa personal que vamos a impartir en tu localidad.
· Adquiere, serán gratuitos, en centros de salud un spray antiviolador.
· Si te ves en la imperiosa necesidad de utilizar un arma blanca para evitar que te violen, no temas, no se te impondrá ninguna pena ni sanción.
· Solicita, tengas la edad que tengas, la instalación evidentemente gratuita de un sistema de alarma para evitar que un violador pueda asaltarte en tu propio domicilio.
· Relájate y vive tranquila porque vamos a instalar cámaras de vigilancia en todos los lugares públicos, donde estimemos se pudiera perpetrar una agresión sexual. Y aumentaremos notablemente las penas e indemnizaciones por este delito.
· Abstente de fingir una agresión sexual. Así te denigras y le haces un flaco favor a las verdaderas víctimas. Que pueden llegar a perder la vida o sufrir graves secuelas.

viernes, 15 de agosto de 2014

“El valle del asombro”.


Durante 677 páginas he disfrutado de la historia de tres mujeres increíblemente fuertes. He sufrido con ellas, y me he alegrado cuando la vida les dio pequeños respiros de felicidad, dicha y placer. Lo mejor es que nunca se rindieron. No pudieron doblegarlas, ni hundirlas por completo. Fueron renaciendo una y otra vez. Y se mantuvieron unidas.
Os recomiendo esta novela. A mí me enganchó desde el principio y la leí en solo cuatro días.
La historia se desarrolla en Shangái, año 1912. Violeta es hija de Lulú, una estadounidense residente en la ciudad china que regenta la mejor casa de cortesanas de toda la ciudad. Allí, la joven Violeta crece entre la cultura china y la occidental, en un cruce de mundos. Le gustaría pasar más tiempo con su madre, contarle sus problemas e inquietudes pero parece que Lulí nunca tiene momentos para compartir con su hija.
Violeta crecerá viendo de cerca qué es ser cortesana, y cómo es la vida de estas mujeres. Esfuerzo, desesperanza, coraje, valentía y amor, tienen su hueco en distintos pasajes de la novela. 
Leyendo esta novela recordé dos historias, de mujeres decididas y valientes, con vidas muy complicadas, como estas, que también me sedujeron desde el primer momento. “La cuarta sultana” de Debbie Taylor y “La ciudad prohibida” de Anchee Min. 

sábado, 9 de agosto de 2014

“El juego de Ripper”.


Esta es la primera novela negra que escribe Isabel Allende. Tras leerla, en redes sociales he leído algunos comentarios sobre la misma.  Algunos la consideran una novela “muy flojita” dentro de este género. Pero yo sinceramente sí he disfrutado leyéndola. Y la recomiendo sin duda alguna. La trama me enganchó desde el primer momento. Tres días me llevó su lectura. Aunque siendo sincera tengo que reconocer que no es la mejor novela negra que he leído. Quizás el problema sea que se centra más en la historia de los personajes, que en la investigación de los crímenes. El suspense y el misterio apenas se llegan a notar, pues quedan diluidos entre tantas tramas.
Las protagonistas de la historia son Indiana, una joven que trabaja en una clínica holística como sanadora. Y su hija Amanda, cuyo padre es un inspector de policía. La joven siente pasión por los thrillers. Tanto que incluso juega a Ripper, un juego de rol online con el que investiga los asesinatos que tuvieron lugar en el antiguo Londres de Jack el Destripador.
Casualmente una oleada de crímenes comienzan a sacudir la ciudad de San Francisco, y Amanda se interesa mucho por estos asesinatos. Los cuales también investiga su padre. Ella también los estudiará y analizará de manera paralela a la policía junto a su abuelo y a sus amigos de Ripper.
Al principio la novela resulta un poco lenta. En la segunda mitad, el ritmo se va acelerando. La investigación comienza a dar sus frutos y se inicia la verdadera acción.