lunes, 30 de diciembre de 2013

La vida es un regalo




Dentro de unas horas despedimos un año. Y todos recibimos el mismo obsequio. El mejor regalo que nos puede ofrecer la vida: tiempo. Exactamente 365 nuevos días. Complicado acertar y generalizar en si resultó positivo o negativo 2013 para la gran mayoría de nosotros. No sé si conviene e interesa hacer balance de lo acontecido. Quizás resulte más práctico y agradable guardarnos y recordar sólo aquellos pequeños momentos que nos hicieron emocionarnos, meditar y sonreír.
Días llevo queriendo y necesitando escribir, más que el comer. Pero o me abandonaron mis musas, caprichosas, impredecibles e indomables, o me aturdí y bloquee por tanta información triste, dramática, injusta e incomprensible que en vez de hacernos avanzar nos obliga, muy a nuestro pesar, a retroceder, a perder los derechos por los que tantos lucharon. Afecta y duele comprobar que siempre pagan los mismos los platos rotos. Y que los que robaron, corrompieron, malversaron, ocultaron y mintieron siguen en la mayoría de los casos con sus cargos, lujos y poder. Deberían como mínimo haber cesado en sus funciones y devuelto el dinero del que sin escrúpulos se apropiaron.
Un regalo, inesperado, de la mujer que me trajo a este mundo ha logrado desbloquearme. He decidido terminar el año leyendo el libro de María de Villota “La vida es un regalo”. Ciento ochenta y ocho páginas que sin duda os recomiendo.
Escribe María, que ya no está entre nosotros, “He tenido la suerte de vivir otra vez, de tener una segunda oportunidad. Transmitirles, como me siento, que he sido muy afortunada de estar aquí, de vivirles, aunque solo hubiera sido por un ratito, porque la vida, a pesar de todo… La vida es un regalo”.
Cómo la comprendo. Porque también a mí, y a mi marido, la vida nos dio una segunda oportunidad. Sobrevivimos a algo casi imposible, una intoxicación de monóxido de carbono. Nos salvó la vida, perdiendo la suya, la que hubiera sido mi primera hija. Mi cuerpo reaccionó y despertó, pero no logró proteger a la vida de casi ocho meses que gestaba.
Aunque recuerdo cada instante de lo que viví aquel día y los posteriores, a menudo no soy consciente ni valoro lo suficiente el regalo que se me otorgó. Leyendo a María me doy cuenta del tiempo y las energías que perdemos, a veces, con enfados, berrinches y disgustos tan insignificantes.
Si defiendo y proclamo como ella que la vida es un regalo, sé que algunos, los que lo están pasando francamente mal porque perdieron su trabajo, su vivienda, los ahorros, sus relaciones sociales. La salud por consumir comida caducada, y pasar frío al no poder hacer frente al recibo de la luz, ni adquirir todas las medicinas que deberían de tomar, torcerán el gesto y exclamarán que resulta muy cómodo y utópico calificar así a la vida cuando las cosas nos van medianamente bien. Difícil consolarles y animarles. Aunque algunos traten de silenciar lo que está aconteciendo en nuestro país, soy bien consciente de todo. Deseo de corazón que todo este desencanto y calamidad finalice de una vez. No os rindáis, por favor.
Nos da María un consejo, que al menos yo, pretendo seguir.
“Parad en seco como si un accidente ocurriera en vuestra vida. Sí, nuestra vida no es nuestra. Es un trozo de tiempo infinito si lo compartes con quien amas, con quien te necesita. Y el mismo trozo de tiempo mezquino si no aprecia esto y cuanto te rodea. ¡Sonríe, por Dios! O por quien tú quieras, pero sonríe, porque hoy estás aquí y te queda mucho por vivir en este día. Y decide. Decide si quieres solo llegar o pasear este increíble camino”.
Ojala 2014 sea un buen año para todos nosotros.