miércoles, 10 de diciembre de 2008

Transgénicos


Publicado en “Siete Días Yecla”


“Transgénicos”

Hace días leí en la prensa que a diferencia de España, diez países de la Unión Europea, ya han regulado las medidas de coexistencia, que establecen las distancias mínimas de aislamiento que tienen que separar a un cultivo transgénico de otro convencional para reducir las posibilidades de contaminación genética. Enseguida me vino a la cabeza  la conocida frase de Hipócrates “somos lo que comemos”. Pero ¿qué comemos? me pregunté. Pocas veces me he planteado, no se ustedes, si disponemos de suficiente información sobre como manipulan y transforman los alimentos que ingerimos cada día. Si realmente está garantizado nuestro derecho de libre elección como consumidores. Mucho me temo, por ejemplo, que el etiquetado de los productos que usamos sea tan específico y fiable como debiera.
Con la salud, señores, no se juega. Además de seguir la dieta mediterránea vamos a tener que analizar mucho más lo que consumimos. Ya estamos pagando por los errores y atropellos cometidos contra la naturaleza. Pero esto no es nada para lo que se nos avecina.
No hace demasiado tiempo he sabido que los transgénicos son organismos vivos creados artificialmente  a los que se introducen genes de otro ser vivo. La industria de la biotecnología asegura, que estas nuevas semillas mejoradas pueden resistir la acción de las plagas e inclemencias del clima, se desarrollan en condiciones extremas, y según algunos hasta podrían ser la solución para terminar con el hambre en el mundo. Pero cuidado, no es oro todo lo que reluce. La comunidad científica y las organizaciones ecologistas afirman que los transgénicos pueden generar alergias y resistencia a los antibióticos. Y provocar la contaminación de plantas silvestres con pólenes de organismos modificados lo que supondría la desaparición de multitud de especies. La industria de la biotecnología sostiene que no hay evidencia de daño pero resulta que no existen estudios toxicológicos fiables. Los posibles riesgos para la salud, a medio o largo plazo, por ingerir transgénicos, bien directamente o a través de los animales de los que nos alimentamos, no están siendo evaluados y su alcance sigue siendo desconocido. Tampoco se ha resuelto el problema de la coexistencia entre los cultivos modificados genéticamente, los convencionales y los ecológicos.
El tema es como para preocuparse. Y empezar a pedir explicaciones con urgencia. Porque digo yo, lo primero que habría que debatir es la seguridad alimentaría y la garantía de biodiversidad y en último lugar, hablar de beneficios económicos. Que sinistro, imprudente y denunciable me parece este modo de actuar. Nos tienen mal informados y engañados.
Llevamos años perjudicando al medio ambiente, intoxicando la tierra con pesticidas, plaguicidas y fertilizantes, entre otros. Ahora además tendremos que hacer frente al cultivo de especies a las que se ha alterado su código genético.
La biotecnología se ha convertido en un multimillonario negocio de unas cuantas sociedades anónimas estadounidenses, que a través de la venta, fusión o absorción, pueden aparecer o desaparecer convertidas en otras, eludiendo así posibles responsabilidades de daños a medio o largo plazo. EEUU  ha apostado abiertamente por el uso generalizado de transgénicos y está presionando a Europa para que incremente la superficie cultivada.  En la UE se comercializan en torno a una veintena de especies modificadas pero podrían incrementarse al doble en menos tiempo de lo que imaginamos. Otra cosa a valorar es que los cultivos transgénicos son plantas patentadas con derecho de propiedad intelectual. Por tanto se prohíbe a los agricultores reproducir, intercambiar o almacenar semillas de su propia cosecha. Lo de erradicar el hambre en el mundo, mucho me temo que no va a poder ser. Más bien todo lo contrario.
Ahora que tanto se habla de desarrollo sostenible y educación ambiental vamos  a tener que espabilarnos y exigir a las autoridades competentes que empiecen a contarnos la verdad.


 ~ Delfina Marco ~

jueves, 20 de noviembre de 2008

Información o espectáculo


Publicado en “Siete Días Yecla”



“Información o espectáculo”

    Probablemente la gran mayoría de nosotros todavía no hemos olvidado lo que sucedió el 20 de agosto en el aeropuerto de Barajas (Madrid). Tampoco los hechos tan dramáticos que acontecieron en nuestra ciudad en los meses más calurosos del año.
Tras el accidente de Barajas, durante semanas, los medios de comunicación de nuestro país utilizaron el dolor  como un espectáculo. Opino que, en general, como en otras ocasiones, los medios no estuvieron a la altura. Lamentablemente ofrecieron más morbo que información. Me parece que no exagero si describo de escandaloso, vergonzoso e indignante el manejo del morbo que se utilizó aquellos días y se usa continuamente en  televisión. Pero antes de continuar hay que ser justos. Y agradecer a los medios locales su tacto y sensatez cuando nos informaron de aquellos sucesos tan impactantes. Se limitaron a informar no a vender espectáculo.
    Imágenes que hasta hace poco no se emitían porque podían  herir sensibilidades, ahora dominan la pantalla sin previo aviso. Ya no basta con anunciar en los informativos una desgracia, ahora se elaboran programas enteros con una tragedia. Sin rigor, sin respeto, regodeándose siempre en los detalles más escabrosos y siniestros.
¿Qué buscan los medios de comunicación actuando así? Inmunizarnos ante el dolor ajeno. Deshumanizarnos un poco más.
Me gustaría saber, hasta cuando piensan seguir emitiendo en televisión, imágenes de lo que ocurrió en aquella pista del aeropuerto de Barajas. El último día que las vi yo, en un informativo, en hora punta, fue a mediados de octubre (casi dos meses después del suceso) Supongo que lo mismo debió sucederle a algún que otro familiar de las víctimas. Tan complicado resulta, hoy en día, ponerse en la piel del otro. Díganme a quién de nosotros le gustaría enfrentarse una y otra vez al hecho más traumático de su vida. A algo que jamás podrán olvidar.
Dicen y lo apoyo totalmente que el morbo genera incultura. A más incultura, más morbo. Es un círculo vicioso. Siempre he creído que la principal función de los medios de comunicación es informar, denunciar, debatir, enseñar y entretener. Que decepcionante resulta observar como algunos de ellos se están convirtiendo simplemente en empresas con el beneficio económico como único fin, al coste que sea.
    Parece que solo nos afecta, nos duele, un golpe a los nuestros. Tan acostumbrados estamos a ver violencia y calamidades en la pantalla que vamos a terminar, como les sucede a los niños, confundiendo ficción con realidad. Pues no, no deberíamos acostumbrarnos porque detrás de  cada hecho dramático hay un ser humano.
    Puede que a una buena parte de los españoles les guste ver imágenes truculentas, gente humillada, desgracias varias, morbo al fin y al cabo. Pero, por favor, que no nos metan a todos en el mismo saco. A mí, como a otros muchos, la banalización de la violencia a la que asistimos hoy en día nos parece bastante preocupante.
Al cuarto poder, a los medios de comunicación, se les está olvidando lo que es la ética, se han endiosado. Si en vez de aumentar bajara la audiencia cada vez que se diera prioridad al morbo ¿qué sucedería?
Yo lo tengo muy claro. Mientras la televisión siga dándole juego a las imágenes más morbosas procuraré evitar todo contacto cuando acontezca una gran tragedia o desgracia. Por aquello de herir sensibilidades.


~ Delfina Marco ~

jueves, 23 de octubre de 2008

No bajen la guardia


Publicado en “Siete Días Yecla”


“No bajen la guardia”

Durante la última semana de septiembre la Brigada de Investigación Tecnológica de la Policía Nacional (BIT) detuvo a 121 personas por tenencia y distribución de material pedófilo en Internet. De los 121 detenidos, de diversas escalas sociales con distintos niveles de estudios y edades dispares, solo dos han ingresado en prisión. Ante noticias así yo siempre pienso lo mismo. En el fondo creo que somos demasiado confiados. Pensamos que todo lo tenemos controlado y no es así.
Hablar de este tema nunca resulta cómodo ni sencillo pero hay que hacerlo.
Jamás desde el morbo sí desde la prevención, formación y educación.
Se han preguntado ustedes alguna vez ¿cómo son los pederastas y los pedófilos? ¿Cómo y donde actúan? Antes de continuar creo que conviene aclarar estos dos términos que a menudo se mezclan y confunden. El individuo que siente atracción sexual por un niño es un pedófilo. El que abusa sexualmente de un menor es un pederasta. La pedofília está considerada por la psiquiatría una enfermedad mental, un trastorno sexual.
Al parecer una cosa es sentir atracción erótica por los niños y otra, abusar sexualmente de ellos. Pero para mí esto no es excusa para dejar campar a sus anchas a los pedófilos.
No es que me repugne y exalte que un hombre sea capaz de abusar de un menor, es que tampoco puedo soportar la idea de que un hombre pueda disfrutar con fotos y videos.
No existe un perfil exacto del pederasta o del pedófilo. Desgraciadamente no se les distingue a simple vista, pero sí reproducen algunas características que resultan significativas y que todos deberíamos conocer para mejorar la seguridad de nuestros menores. Conviene saber, por ejemplo, que lo primero que hacen estos sujetos es intentar ganarse la confianza del niño, su complicidad. Les invitan, les colman de atenciones y regalos. A los más mayores, a los adolescentes, en ocasiones les ofrecen algún trabajo o les aseguran dinero fácil. Con frecuencia buscan trabajos y actividades que les permitan estar cerca de los niños y hacen lo posible por estar solos con los menores. Utilizan la amenaza más sutil y cruel, hacer creer al niño o al adolescente que él también es culpable y que nadie le va a creer si el asunto se sabe. 
Con estos comentarios no pretendo inculcar miedo o psicosis, sólo ponerles en guardia e informarles de que existe un plan de prevención de acuerdo a cada edad. Un plan en el que se aconsejan cosas como: enseñar a los niños, desde muy pequeños, la diferencia entre un cariño bueno y un cariño malo, a cuidar de las zonas privadas del cuerpo y a no aceptar regalos ni secretos de adultos sin informar a los padres. También se recomienda no forzar a los niños a que saluden, abracen y besen a todo el mundo, como signo de buena educación. Y a hablar, en casa, de sexo con los hijos.
Todos deberíamos tener muy presente, que como sucede en los cuentos  infantiles, el lobo (pedófilo o pederasta) siempre se esconde bajo la piel del cordero. También que los abusos a menores, en un porcentaje elevadísimo siempre se cometen en el entorno más cercano a la víctima. Familiares, parientes, amigos y conocidos. Ante la menor sospecha no acepten nunca excusas el tipo: solo han sido caricias casuales hechas “sin malicia” o “es que la niña va provocando y uno no es de piedra”.
Aprovecho está oportunidad para felicitar públicamente a la Brigada de Investigación Tecnológica de la Policía Nacional (BIT) que ha recibido el premio “Los Niños Primero” entregado por UNICEF en reconocimiento a su defensa de la protección al menor en la investigación de los delitos de pornografía en Internet. Este es uno de los premios más prestigiosos que UNICEF otorga anualmente a las personas e instituciones que contribuyen a la defensa de los derechos de la infancia.
La pedofília y la pederastia siempre han existido. Cierto es que son una minoría. Pero una minoría, en muchos casos, con elevada formación académica, muchos medios y mucho poder. Pediría a las instituciones sanitarias que no victimicen al pedófilo o pederasta argumentando que son sujetos con una gran dificultad para relacionarse sexualmente con adultos, con falta de control sobre sus impulsos, con baja autoestima o inmadurez emocional. Gente que ha sufrido traumas infantiles o abusos en su infancia. Los que verdaderamente sufren son las víctimas, los niños. Los menores que al haber sido introducidos en actividades impropias de su edad, cargarán con serias secuelas y alteraciones en el desarrollo normal y saludable de su sexualidad y personalidad. También exijo a las instituciones judiciales o a quienes corresponda,  el aumento de las penas y condenas, la anulación de los permisos, mayor investigación, control y persecución contra estos sujetos. Y por supuesto muchos más medios técnicos y humanos para la BIT.
Con los medios de los que hoy disponemos no tendría que haber ido  en descenso la pedofília y la pederastia en vez de en aumento. ¿Qué nos está pasando?


~ Delfina Marco ~

jueves, 7 de febrero de 2008

Aprendamos a educar a la generación del mañana


Publicado en “Siete Días Yecla”


“Aprendamos a educar a la generación del mañana”

Invitado por las Asociaciones de Padres y Madres de los Institutos de Enseñanza Secundaria J.L.Castillo Puche y J.M Ruiz Azorin, recientemente, contamos en nuestra ciudad con la presencia de Emilio Calatayud Pérez, juez titular del juzgado de menores número uno de Granada. Un magistrado conocido por sus sentencias educativas y ejemplares. A los que no pudieron asistir a esta conferencia, como por ejemplo fue mi caso, les invito y animo a que hagan todo lo posible por verla, porque no tiene desperdicio. La calificaría de extraordinaria. Puesto que la charla fue grabada por Teleyecla, existe un material gráfico, no hay posible excusa o disculpa.
No es mi intención hacerles un resumen de lo que dijo Calatayud Pérez ni colocarlo en un altar. Pero sí les puedo decir, con toda sinceridad, que a mí sus palabras me hicieron reflexionar sobre lo que, a estas alturas, no abría que dudar ni discutir: “los primeros responsables, los titulares, de la educación de nuestros hijos somos nosotros, los padres”. Me parece que mientras no tengamos muy claro y asumido esto vamos por mal camino. Y nosotros, los padres, nos estamos equivocando. Está más que demostrado, pese a quien le pese. No estamos educando bien a nuestros retoños y mientras sigamos culpando, a unos y otros, pretendiendo que sean los demás los que asuman nuestra responsabilidad y deber como padres, estamos desperdiciando un tiempo y energía preciosos.
En mi opinión Emilio Calatayud fue muy duro, muy claro, muy sincero. Entre alguna que otra broma para relajar al personal, fue a por todas. No pretendía asustarnos ni desmotivarnos sino al contrario, abrirnos bien los ojos sobre lo fácil que resulta convertir a un niño en un auténtico salvaje. Sus palabras, las situaciones tan duras que describió, a las que el se enfrenta cada día, deberían de servirnos para reflexionar y replantearnos muchas cosas. Y tomar medidas ya. No esperar a que lleguen los problemas. No bajar nunca la guardia aunque de momento parezca irnos bien con nuestros hijos.

Una de las frases que llamo mi atención fue su invitación de ponernos, no en el papel de padre de la víctima, sino en el del padre del menor que comete el delito. El padre del hijo que ha maltratado, violado o asesinado. Pensemos un poco en esto. ¿Que estamos fomentando y transmitiendo en casa, con cada uno de nuestros gestos, comentarios, juicios y acciones?

Toda la razón del mundo le doy a este magistrado cuando dijo que “educar, educamos todos”. Por tanto la educación, es decir, las facultades intelectuales y morales que transmitimos a los menores, generación tras generación, creo yo que habría que analizarlas, trabajarlas, abordarlas y coordinarlas desde todos los frentes. Nadie está libre de culpa. O vamos todos a una o la vida se nos va a complicar mucho a todos antes o después. Como Emilio Calatayud  ha demostrado en su juzgado, la coordinación entre los diferentes estamentos es la clave para rebajar los delitos, reparar daños y reinsertar. Pues hagamos llegar las iniciativas que están dando fruto a quien corresponda, para que este modo de actuar se pueda aplicar a todos los juzgados, pero también extrapolar a otros ámbitos, como por ejemplo a los centros educativos. Y estudiemos también si otras ideas como podría ser compatibilizar los horarios laborales de los padres con los de los hijos, promoviendo por ejemplo las jornadas continuas o medias jornadas, sirven para conseguir que la conciliación de la vida laboral y familiar, de la que tanto se habla, sea real y efectiva y no quede solo en bonitos propósitos.

Pues aprovechando que estamos en campaña electoral, en el tiempo de las promesas y los anuncios de cambios y mejoras, quizás deberíamos de leer bien la letra pequeña de los distintos programas electorales y por el bien de nuestros hijos, ver quien o quienes están dispuestos a invertir más en educación. Reparando y subsanando, lo primero de todo, los experimentos que las distintas Comunidades Autónomas vienen realizando en materia de educación. Porque tal y como comentó el juez de menores de Granada el sistema educativo debe de ser un proyecto único, estable, no sometido a los vaivenes políticos. Coincido con él que fue un error transferir los temas educativos a las Comunidades Autónomas. Pidamos también más medios humanos, materiales y técnicos para formar equipos de profesionales que desde todos los ámbitos puedan orientar y ayudar a los padres en la tarea más complicada de todas, educar.


~ Delfina Marco ~